
Resulta de lo más raro sentir la mirada de un curioso incauto. Sus 190 cm de estatura me miran hacia abajo como una cosa peculiar, que se entrelaza con la ternura que expresa con esos ojos. Por mientras, yo en ese mundo bajo que es el de un pigmeo, analizo el gafette, y veo el rostro medio oculto por el cubrebocas. Un poco la robustez de esa persona y su aparentemente amable demeanour.
No entiendo lo que llegasen a pensar quienes ven que en mi escritorio se asoman objetos floreados, bolsas con fotos de gatos, y uno que otra cuestión sui generis que traigo conmigo. No obstante, mi predilección por los reconfortantes estampados y una sudadera de elementos fantásticos no me hace menos profunda. A veces pienso que las primeras conversaciones que tenemos con algunas personas marcan recuerdos e impresiones que perduran por los años. Siento así que fue el caso en esta ocasión.
Peculiar…
