A veces me encuentro teniendo pensamientos fugaces, fragmentos de anhelos que descienden en el firmamento de mi mente. Me gustaría saber si ellos son sólo deseos imposibles, o corazonadas de algo venidero. A menos que haya fuertes punzadas en la función cardiode de mi ser, no reacciono con facilidad ante nada. Siento que son solamente imaginaciones. Me detengo a ver qué sucede, contemplo las posibilidades como imágenes proyectadas sobre una austera manta. Mis pensamientos profundos, un cine improvisado; mi conciencia, el espectador. Imágenes de algo que no ha sucedido se proyectan sobre la pantalla. Y en el fondo me pregunto si eso es lo que quiero, o eso pudiera pasar… y si sucediese ¿cuáles serían las implicaciones? No logro vislumbrar nada. No me apresuro siquiera a analizar todo. Mi mente ha encontrado una paz que le permite ver las situaciones con un serenidad y criterio, en frío. Prefiero pensar que eventualmente se decidirá conforme al tiempo. Procuro mantenerme firme que no esperar nada mientras se sueltan pequeños anzuelos es mucho más sano para las emociones, que nada. He vivido en el ambos extremos: aquella parte que se niega a vencerse y termina haciendo lo imposible para lograr los objetivos… cueste lo que cueste; y en estos momentos soy la persona que se remite a simplemente ver, e ir decidiendo sobre la marcha. Estoy, pues, en un momento de ahorro energético y emocional. Navego con calma. 
Y de repente, los pensamientos se esfuman.

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