Noviembre la fiel

Un terremoto sacude mis cimientos, el campanario grita con el repique asincrónico de las campanas. En el telar del tiempo, el pase de la aguja y el hilo se ven interrumpidos. Se azota un espejo contra el suelo, en aquellos pedazos se vislumbran la imagen de un hombre aburrido. El movimiento telúrico me causa vértigo, intento mantener el equilibrio usando las palabras. Me busca… me busca el pasado y le espeto que ya es muy tarde. Que no puedo volver a subirme en un avión a cruzar el Pacífico. Que no puedo volver a llorar mares en el piso. Que no puedo dejar mi dignidad como tapete.

Sin dudar no doy vuelta atrás. El viaje vertiginoso del futuro, y las adversidades que vienen por delante no me detienen. Mis textos, el inconsciente me protegen. Hoy más que nunca, no es momento de dudar, ni es momento de agacharse. Voy fuerte y firme hacia adelante. Mi temor es latente, pero mi pluma por delante, mis fuertes piernas sosteniéndome.

De la mano voy de compañía inusual, que en otros tiempos no hubiera podido imaginar. Extraño poder conformarme, lamento en el fondo saberme consciente, pues la lucidez duele, y destroza el futuro que yo quise pero no necesitaba, y me muestra el que construiré pero no esperaba.

¿Qué será el día de mañana ahora que me sé fuera del nido? ¿Qué será el día de mañana que me encuentre tan aislada? Que este corazón de mariposa vuela libre por el viento, pero es tan frágil, tan efímero.

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