Trópico de Cáncer

2 horas viendo al mar…

Antes de ir al jardín de infancia, me quedaba en casa y veía como mi madre bailaba al son del disco de Café Tacvba, ‘Re’. Porque uno es ignorante y usualmente no razona las letras de las canciones a los tres años, pedía repetidamente a mi madre que pusiera la de ‘Ingrata’. Ahora sé que el discurso de la canción es más cercano al de un misógino resentido que al de una niña que aún no sabe leer.

Me encuentro mirando hacia fuera de la ventana del autobús 25 años después, y me reencuentro con ese entrañable disco por un podcast de literatura, mismo que ha hecho que rompiera relación con el mundo exterior. Ahora vivo en el interior de mi morada mental, rodeada de lecturas y conversando con diferentes autores a través de las páginas. Me he vuelto un poco uraña, y cada vez tengo menos energía para explicarme a otros.

Se me hace irónico que la canción detalle mi sentir. He decidido abandonar el enajenante mundo industrial y refugiarme en mi microcosmos, usando a Twitter como una ventana al mundo, y mis viajes como un escape al exterior. Ahora que, viajar termina regresándome al interior de mi persona. Termino aprendiendo más de mí que de afuera.

En muchas ocasiones todos decimos cosas sin medir las consecuencias de nuestras palabras. Las palabras siempre se pueden interpretar en algo diferente y transformarme en realidades inesperadas. Alguien de mi entorno cercano, en su momento, me recomendó una terapia tipo ‘Mindfulness’, me dijo que ‘la respuesta estaba en mi interior’. Sí, tenía razón… pero el resultado fue completamente opuesto a lo que esperaba. Terminé abandonando el simplismo de ‘cerrar los ojos y respirar’. Los problemas no desaparecen respirando e ignorándolos, desaparecen solucionándolos.

En lo que voy en el autobús a ciudad industrial, escucho ‘Trópico de Cáncer’ soñando en no necesitar más hidrocarburos. Y dejando de lado las soluciones simplistas tipo Omnilife para mejorar mi vida, he elegido la senda del conocimiento.

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