Espectros y bots

Cubo de Rubik por Andrew Miller

El género humano es diverso, tan lleno de vectores que se proyectan desde la mente y se manifiestan en acciones, actitudes y características fenotípicas, variadas, como constelaciones de nodos flotantes en el espacio. Las personas tienen frecuencias que hacen resonancias con el otros, mueven nuestros hilos como un instrumento de cuerdas, nos mueven las fibras sensibles. Todas las personas, como instrumentos musicales, tienen sus particularidades.

¿Y yo? ¿y lo mío? vivo rodeada de espectros, gente virtual, gente con la que espero tener empatía. Prefiero pensar que son reales, pero yo sólo veo sus manifestaciones, las cuales han viajado desde la fibra óptica y el 4G. El otro extremo: otro dispositivo móvil quiero pensar. O en su defecto, un bot muy bien construido.

Lo que me mueve, lo que me cautiva, se manifiesta como una especie de engrane en el fondo de la mente del otro. Un engrane dorado que se oculta entre los mecanismos de defensa, que al girar un octavo de vuelta, se enganchan con mi mecanismo. Hay quienes para mí han sido como cubos de rubik blancos. Que pudieran parecer un enigma, pero podría dejarlos así, sin tocarles, sin explorar sus mentes, y seguirían igual.

Ni yo, ni nadie fue creado para salvar a otro emocionalmente. Somos compañeros de viajes, auxiliares a lo mucho, pero no podemos ser el soporte completo de las emociones de un tercero. Considerando que incluso, más allá de las conexiones virtuales, las conexiones físicas también están llenas de espejismos e ilusiones. Nadie está exento de mentir, nadie está exento de engañar. Pero es absurdo pensar que estamos manipulando a otros, dañando a otros, mintiendo a otros. Si el otro no existe, quien juega el juego somos nosotros mismos solos. Navegamos en ese absurdo.

¿Qué es real?

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